Porque ella estaba loca.

Porque ella estaba loca…
Reía como los valientes.
Con la risa histérica
De un kamikaze
A punto de estrellarse
Con un avión enemigo.

Con la risa despreocupada
De un niño bajo las cosquillas de alguien,
Que aun sin ser su padre,
Se le parece mucho
Y aún no se ha ido.

Con la risa nostálgica
De aquel que ha vivido más
De lo que lo han hecho los demás,
Perdiendo más de lo que nadie
hubo jamás perdido.
Ella reía.

Reía y lo inundaba todo
Con sus carcajadas insonoras
Y sus silencios a pleno pulmón.
No creía en cuentos,
Dramas, ni historias;
Rechazaba esas falacias defectuosas
Que otros creen a pies juntillas.

Reía como una chiquilla
Sin más intención
Que la de achicar agua y
Coser las velas de su velero;
Respirando fuerte para
Llenar de aire sus velas
Echas jirones por el trajín de sus batallas.

No podía permitirse hundirse
Por nadie ni por nada;
A pesar de los vendavales y de las heladas.

No poseía más espada que su sonrisa,
Ni más sonrisa que su espada.
Así que reía.

Reía porque si lloraba
El mundo se haría mar,
Y aunque acostumbrada
A los naufragios y
a vivir a la deriva
Aún no había aprendido a remar.
A navegar.

Ella solo sabía naufragar.

Odiar, matar, sufrir…

Guerra en Siria,
bombas en París,
niños que mueren de hambre;
odiar, matar, sufrir…

En esta sociedad podrida,
que ha matado la esperanza,
solo queda la añoranza
de esos tiempos de bonanza
en los que celebrábamos la vida.

En esta sociedad podrida,
que ha matado la esperanza,
solo anhelo convencida
encontrar una salida
a la incontrolable matanza,
a la sed de venganza
de esta lucha tan vacía,
fruto de la tiranía
de alguna alma sombría.

Y no entiendo esa mala costumbre,
de convertir lo sano en podredumbre,
de permitir que todo se derrumbe
sólo por alcanzar la cumbre.

Estoy harta de este mundo corrupto,
que se alza por banderas
y que mata sin escrúpulos
por don dinero y sus fronteras.

¿quién hizo que un dólar
importara más que una vida?
¿y si sólo soy una bala perdida?
Pues me arranca las entrañas,
me estrangula y me araña,
esta sensación de impotencia,
ante tanta impaciencia,
ante tanta violencia,
fruto de la ignorancia
de la falta de tolerancia
de la brutal incongruencia.

Hoy pido que rompamos las cadenas,
que olvidemos las condenas,
que alcemos las manos al cielo,
y encontremos el consuelo
para perdonar y pasar el duelo.

Todos somos París;
todos somos Beirut;
todos somos Siria;
Irán y Palestina;
México y Brasil.
Todos vivimos aquí;
en este loco planeta.
Efímeros como un cometa,
inestables como una veleta.
No combatamos el odio
con más odio.

La ira sólo trae dolor, terror,
desprecio…

Combatámoslo con paz,
con un discurso mordaz,
con un hambre voraz
de solidaridad.

Y así, a lo mejor;
y solamente quizás,
saboreemos la pura libertad.